CARMEN GARCÍA BARTOLL

Valentía, carisma e ilusión por la vida

Nacida en 1944, en el 78 de la calle Onda de Vila-real, Carmen García Bartoll fue la tercera hija del matrimonio formado por Micalet, el tallaor, y Rosario. Desde siempre fue una persona decidida, con capacidad de esfuerzo y a la que no impresionaban los nuevos retos. Fruto de esa actitud, completó su formación de corte y confección, y empezó a ejercer dicha profesión en su vivienda de la calle Gamboa. Pero además de mujer trabajadora y emprendedora, Carmen no renunció a su faceta como madre. Junto a su marido, Tomás Bellido formó una gran familia. Tuvo cuatro hijos, tres varones: Alejandro, Tomás y Miguel, y Carmina, una hija que desgraciadamente falleció al nacer.

Con el paso del tiempo, y después de construir una vivienda en las instalaciones de la empresa familiar, Grúas Tomás, toda la familia se mudó a vivir a este nuevo hogar. Y una vez más esta empresa familiar fue otro de los grandes retos para Carmen García.

Una carrera de obstáculos hacia una empresa líder en el sector

Todo comenzó con Talleres Tomás, un taller de reparación de chapa y pintura, que puso en marcha en el 1972 nuestro padre, Tomás Bellido Hernández. Un vila-realense recordado todavía hoy por su personalidad encantadora, amigo de todo el mundo y grandes expectativas por superar una vida humilde. Con su taller fue testimonio de la evolución del sector y de las carencias que éste tenía. Es decir, Tomás fue un precursor en el ámbito del motor y la reparación y adquirió un Land Rover con grúa para recoger los coches averiados que se encontraban en la carretera. Más tarde, observó que tenía que hacer rescates y para tal efecto compró una grúa autocargante. Paso a paso, llegó el día en que vio que era necesario reconvertirse y darle una vuelta a aquel servicio de taller, tal vez demasiado saturado. Así pues, demostró ser un gran emprendedor con visión de futuro al cambiar su actividad profesional, para centrarse en el ámbito de grúas y transportes para la asistencia, construcción e industria. De este modo empezó a adquirir nuevos camiones y grúas, con una gran ilusión y fe en su proyecto de futuro.

Pero no fue ésta la mayor grandeza de Tomás Bellido, sino más bien cuando tras un grave accidente se electrocutó el 75 % del cuerpo. Fue un milagro que no le amputaran el brazo y la pierna derecha, que los médicos consiguieron salvar, aunque perdiera bastante movilidad. Pese a todas esas dificultades que se presentaron en su vida, Bellido no se rindió y continuó con sus proyectos con gran afán de superación, motivado por su sueño de mejorar y luchar para poder ofrecer a sus hijos una mejor condición de vida. Su sacrificio sirvió para fortalecer las raíces de una empresa basada en los valores que Tomás fue haciendo suyos a lo largo de su trayectoria profesional. Trabajar por las noches y festivos era algo normal, porque para hacer realidad un sueño y cruzar con éxito una meta, hace falta capacidad de esfuerzo. Los logros no se consiguen sin trabajo, constancia y dedicación. Y estos aspectos están en el ADN de la familia Bellido García, pero también de todo el equipo humano de Grúas Tomás, que ha sido testimonio de todos los retos conseguidos y del complicado recorrido que ha habido que seguir para lograrlos.

En el mismo instante que su marido tuvo el accidente, Carmen García Bartoll, además de superar esta situación tan compleja, con dos hijos y uno de camino, tomó la determinación de abandonar su profesión de modista después de 18 años. Su cometido ahora era ayudar y aprender de la empresa, de modo que lo primero que hizo fue obtener el carnet de conducir, mientras su marido permanecía cuatro meses en cuidados intensivos. Pero el periplo heroico de Carmen no quedó ahí, también se formó en contabilidad y tomó las riendas de la empresa, sobreponiéndose a muchos vaivenes de gestión con el personal y la situación económica.

Pasó más de un año hasta que Tomás se incorporó de nuevo a la empresa, pero ahí estaba Carmen, con su ayuda incondicional en la oficina por el día, lidiando con los bancos, y tomando notas de servicios por las noches y festivos, para que todo volviese a su estado natural lo antes posible. Juntos pasaron por momentos muy comprometidos y, desde luego, sin el apoyo emocional de Carmen, esta historia no hubiera tenido un buen final.

Fueron momentos de incertidumbre. Carmen tuvo que negociar con todos los bancos para poder hacer frente a las deudas generadas por la inactividad del negocio durante más de un año y el pago de las inversiones realizadas. Momentos en los que dar la cara y confiar en una persona era fundamental para conseguir reflotar las consideraciones financieras de la empresa, que al adaptarse a las necesidades de mercado, transformando un taller de chapa y pintura en una empresa de grúas y transportes, necesitó de mucha inversión, y negociaciones en condiciones muy ajustadas por los intereses bancarios de aquellos tiempos y el compromiso de atender múltiples letras de cambio y pagos de préstamos y atender a los proveedores.

Pero el trayecto nunca fue sencillo. Parecía que todo repuntaba y se consolidaba cuando se compró una grúa de gran envergadura y de mucho dinero, que al poco tiempo tuvo un percance por inestabilidad en el terreno y volcó, de modo que hubo que volver a empezar y con una grúa nueva, había que repararla y pagarla de nuevo. Esta situación para la empresa supuso una nueva traba donde tirar la toalla era lo más fácil, pero una vez más, la empresa de los Bellido García, como en otras ocasiones, se volvió a levantar. Y es cierto que el cúmulo de tropiezos impulsa a vender, a desprenderse de una carga, pero esta familia no lo vio así. Carmen, dio una nueva lección de valentía, y con su eterna sonrisa y la cara bien alta regresó a las financieras para solicitar un compromiso de integridad con el proyecto que, estaba convencida, saldría adelante. Su mejor aval, el compromiso acordado pasara lo que pasara siempre. Una actitud que también se aplicó al trato con los proveedores, que no fueron pocos, y a los que se les propusieron nuevos planes de pagos. Así pues, de forma constante y en algunos momentos casi milagrosos, siempre conseguía llegar a los pagos, aunque con mucha privación de gastos superfluos y no tan superfluos en la familia. Una familia dedicada en cuerpo y alma, y comprometida en llevar a cabo un sueño, el planeado por Tomás Bellido y Carmen García.

Fueron momentos muy complejos y a la vez muy bonitos porque cada día era una meta y cada solicitud de servicio era un aliciente para pensar que todo se podía superar, es ahí donde una persona como Carmen empuja y se coloca delante para adivinar fácilmente que un líder se encuentra en el campo de batalla, atendiendo los teléfonos todas las noches y fines de semana, sabiendo que al día siguiente debía de disponer del mejor aspecto para afrontar una infinidad de problemas que hasta a la persona más integra hubiesen derrumbado. Pero ella, con su tesón y su iniciativa, siempre arreglada, con alegría, con carisma y convencida de que todo se puede conseguir, reportaba a toda su familia el convencimiento de que todo es posible.

Aun así, todavía le quedaba la parte más cruel de la vida, al perder a su amor y su complemento en la vida, su marido Tomás. De eso se cumplen ahora 20 años, y fue un momento de volver a remar a contracorriente, de saber situarse en la mejor posición para que la empresa continuará su camino y confiando plenamente en sus hijos.

Una mujer con grandes valores

Toda esta realidad de hechos, nunca le han hecho sentirse en inferioridad respecto a nadie ni a nada, tampoco más altiva que ninguna otra persona, de ahí su frase preferida: “Soy como soy allá donde voy”. Y ese es su principal valor, el que la ha convertido en una persona querida por todos, una persona que tiene claro cuál es el eje de su vida y su forma de vivir: “Una persona te que ser bonica per fora i per dins” y “Una persona es medís pel fets”, son algunas de las de las palabras que así lo expresan.

Sin darse cuenta y siguiendo sus principios ha conseguido estar siempre muy cerca de sus trabajadores, a quienes siempre ha escuchado y atendido con mucho interés, entendiendo aquello sus preocupaciones e invitando a la reflexión y a encontrar un espacio de entendimiento. Y lo ha hecho siendo complaciente con los demás, porque ella intenta dar más de lo que espera recibir. Agradecida por todo lo conseguido, es también una persona preocupada por los demás, lo que la hace contribuir a crear un entorno agradable cuando está con sus amistades, un entorno que solo puede ayudar a crear una persona tan excepcional.

Así pues, en este momento en que la sociedad distingue su trayectoria y esa manera de ser que, desde la sencillez y la sensatez, rompe moldes, provoca una gran satisfacción en su entorno y en su familia. Hoy se reconoce el esfuerzo y sacrificio por el cual una mujer se ha denodado tanto por la unión de hijos, por crear un vínculo entre la dirección y los trabajadores que han formado y forman parte de la empresa y, por su puesto, permaneciendo a primera línea. Y es que ya se sabe cuándo un padre o una madre habla nunca cae en saco roto, siempre nos lleva con el paso del tiempo a defender ciertos valores transmitidos.

Quienes la conocen saben que es todo corazón y, trasladar todo esto dentro de una gestión empresarial, hace que todo pueda encajar, así que solo podemos dar las gracias por los valores que nos ha regalado y nos regala constantemente y que nos hacen vivir mucho mejor esta vida.

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